El siete veces campeón del mundo de fórmula 1 y considerado por muchos aficionados como el mejor piloto de todos los tiempos, lucha por su vida en el Hospital Universitario de Grenoble, en Francia, donde permanece ingresado después de sufrir ayer un grave accidente mientras esquiaba en la estación de Méribel, en los Alpes franceses, donde posee una residencia de invierno. Al cierre de esta edición, su estado acababa de pasar de grave a crítico después de que la clínica hiciera público un comunicado en el que informaba de la necesidad de practicársele una intervención inmediata con tal de reducir una hemorragia cerebral: “El paciente sufría un traumatismo craneoencefálico grave y estaba en coma cuando llegó al hospital y fue sometido a una cirugía cerebral inmediatamente”.
Alrededor de las 11 de la mañana, Schumacher, de 44 años, se encontraba en un cruce de pistas junto a Mick, su hijo de 14 años, cuando perdió el control de los esquíes, salió volando y se golpeó violentamente la cabeza contra una roca. “Estaba en estado de shock, nervioso, pero consciente. Quizá es un traumatismo craneal, pero no es demasiado grave”, informó en un primer momento Christophe Gernignon-Lecomte, director de la instalación.
en pocos minutos recibió asistencia, fue trasladado en helicóptero al Hospital Alvertville, en Moutiers (Suiza). Una hora después, sobre la una de la tarde, la Gendarmería de Montaña se lo llevó a Grenoble tras sospechar que las lesiones podían ser más graves de lo inicialmente diagnosticado. Una vez allí se le realizó un TAC entre otros muchos chequeos. Las cosas comenzaron a empeorar.
Sabine Kehm, la que ha sido su portavoz toda su carrera y sigue siéndolo después de haberse retirado definitivamente de la competición el año pasado, emitió una escueta nota informando de lo ocurrido y de lo que se sabía hasta ese momento: “Michael cayó sobre su cabeza cuando se encontraba esquiando en los Alpes, en un viaje privado. Fue trasladado al hospital, donde recibe atención médica profesional. Pedimos comprensión, pues no podemos dar información continua sobre su salud. Llevaba un casco y no se encontraba solo. Nadie más se vio involucrado en la caída”.
Aficionados franceses al motor fueron llegando al centro de forma espontánea, y también se acercó Olivier Panis, ex rival del Kaiser. La aglomeración obligó a la policía a acordonar la zona. El paso de las horas y, sobre todo, la falta de información, provocó que los rumores acerca de la salud del multicampeón se dispararan.
Sobre las cinco de la tarde, Gérard Saillant, un reputado neurocirujano, fundador del Instituto del Cerebro y amigo de Schumacher, llegaba en un coche de la policía francesa, procedente de París. Ni él ni tampoco los portavoces del centro quisieron valorar el estado del excorredor, y se limitaron a señalar que serían los responsables de comunicación del propio piloto los que ofrecerían más detalles. Saillant ya trató al de Kerpen en 1999 después de uno de los percances más importantes en su etapa en la F-1, en Silverstone, al estrellarse de frente contra la barrera de neumáticos a 200 kilómetros por hora.